17 marzo 2016

La escuela bosque y la disciplina positiva, una historia personal

No creo en las recetas de educación, así que esto no va a ser una. Solo es un relato de lo que he aprendido con el cambio de escuela infantil de mi hija.

Jueves empezó la guardería en Glasgow, donde recibía una educación tradicional dentro del método Reggio Emilia que se aplica en toda Escocia. Clases de idiomas, baile, lectura, acceso a ordenadores, actividades con pantallas táctiles, etc. En cuestión de disciplina, aplicaban lo que en España llaman "rincón de pensar". Aquí le dicen "time out", o tiempo muerto. Consiste en que, si un niño causa problemas, le explican lo que ha hecho y lo llevan a una habitación sin ruidos ni distracciones hasta que se calme.

Cuando llegamos a las Highlands, la niña acabó en lo que se ha dado en llamar "forest kindergarten" o escuela bosque. No hay tecnología, ni actividades programadas a no ser que los niños las pidan y se pasa el mayor tiempo posible al aire libre, a veces en un bosque cercano donde han hecho fogatas, cabañas de palos, etc. En cuanto a la regulación del comportamiento, tienen un cuadro donde, cada vez que hacen algo bueno (ayudar, atender, etc), ascienden. Del arco iris al Sol, del Sol a las estrellas y, si llegas a las estrellas, te imprimen un certificado. Cuando un niño se porta mal, se da una charla a todos para explicar por qué no debe repetirse.

Cuando conocí la escuela bosque, casi me emocioné. Era como si hubiesen hecho una lista con todas mis fantasías de infancia y las hubiesen hecho realidad. Las profesoras eran muy agradables y con años de experiencia en el centro. A la niña también le gustó. Seis meses más tarde, la impresión es distinta.

En general, veo varios problemas. El primero es que tanto aire libre y juego libre acaba en una barra libre de microbios y suciedad que deriva en bastantes más enfermedades. Esto es algo común a todos los centros de este tipo.

Aunque la niña tiene un mayor interés por jugar en la calle, pintar y las manualidades que antes, se aburre. Si en la otra escuela jugaba diez veces al pilla-pilla y después iba a hacer dibujos para aprender los colores en español, en esta juega al pilla-pilla treinta veces y (si quiere) hacen un dibujo que nadie mira si no lo trae a casa. La niña (a la que le encantan los libros) llegó a las Highlands con varias letras aprendidas, gracias a un uso responsable de la pantalla táctil del aula. Ahora, a pesar de un enorme interés, apenas sabe escribir su nombre sola, pero por memoria, no entendimiento. Sus nuevas maestras creen que es extraordinario. Entiendo que no hay prisa en que un niño aprenda a leer y que da igual que lo haga a los tres que a los seis años, pero este caso es alguien que quiere y a quien no se le facilita el aprendizaje. Sospecho que "juego libre" es otra forma de decir que las cuidadoras trabajan menos.

Pero la mayor diferencia entre centros está en la disciplina. El método no es igual en todas las escuelas bosque, pero merece mención porque no me esperaba la diferencia. Cuando Jueves iba a una guardería con el sistema de tiempo muerto, había un niño que causaba problemas. Si surgía un conflicto, Jueves, si no lo resolvía sola, sabía que una cuidadora ayudaría. Ahora, con menos de la mitad de niños, sé el nombre de al menos tres jíbaros. La niña muchas veces no va a las profesoras porque no siente que eso resuelva nada. Hace unos días, dos niños la insultaron y, en lugar de ir a una cuidadora, hizo campamento junto al guardarropa para hablar directamente con las madres. Afortunadamente se cansó antes de que llegasen. Con respecto al cartelito de arco iris, ya me explicó ella: "Si te ven compartir un juguete eso sube uno. Ayudas a ordenar la clase al final del día y es otro (pero sólo al final del día porque sino no te ven y no cuenta). Después te sientas quieta mientras la profesora lee un cuento y ya son tres cosas y te dan el certificado". Así, como una máquina expendedora. Un juego que pronto aburre.

En resumen. Creo que es bueno que mi hija tenga la experiencia de ir a una escuela bosque, pero por lo que ha aprendido de sí misma por contraste con la anterior. Si no la he cambiado de centro es porque cuando llegamos a la ciudad no había plazas en la otra y ahora queda poco para que empiece el colegio. Sólo recomendaría una escuela bosque para niños muy inquietos a los que no les guste ninguna asignatura académica ni sean enfermizos.

6 comentarios:

  1. Qué sistema tan curioso. Me he leído tu texto dos veces.
    Aunque no sea muy relevante, ¿esto tan rural te queda cerca de casa?

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    1. Entiendo que lo leyeses dos veces. Ha habido cosas que me han descolocado a mi también.

      Tu pregunta me parece muy lógica y relevante. Está a unos 16 kilómetros, pero es que aquí todo es rural. Todavía me sorprendo cuando entro en coche en la ciudad y a cinco minutos del centro según el GPS aún parece que estamos en medio del monte.

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  2. Pobre Jueves, la entiendo perfectamente! Yo iba a un colegio mega alternativo que cuando lo explico ya me siento mal porque las madres de ahora lo envidian (por ellas y por sus hijos) y no les cabe en la cabeza que yo hubiera preferido una escuela con más regulaciones (ojo, que seguía siendo una escuela moderna y tal, no una correccional)

    Tengo una laguna intelectual de 3 años, aunque debo decir que los profesores estaban muy implicados y que en cuanto a valores y tal, veo atrás y creo que se me quedaron mucho más grabados los de esa escuela que los de otras que vinieron después, qué cosas.... aunque igualmente sería porque eran los mismos de casa.

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    1. Es que un colegio alternativo es eso, alternativo, diferente. Para el niño "diferente" puede significar mejor, peor o sólo distinto, pero no automáticamente mejor. El mejor es el que se adapta a sus necesidades. Si hay adultos a los que ir de acampada o senderismo les suena a método de tortura, es normal que haya niños a los que tampoco les entusiasme. Lo mismo ocurre con otros conocimientos como la lectura o las matemáticas.

      La laguna intelectual que comentas en sí no es problema, se recupera. Lo que es una pena es pensar que en ese tiempo, con la dirección necesaria, te hubieses sentido más realizada, más llena, más útil... o como quieras llamarlo. En mi caso lo racionalizo pensando que sólo son unos meses, pero vaya si entiendo lo que dices.

      Si algo he comprobado en una escuela sin disciplina, es que los valores y el comportamiento los aprendemos en casa.

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  3. Camba, imposible opinar si no estás muy cerca de la Escuela Bosque. (Cuidado no surga un Orzowei norteño del bosque profundo). Pero, a pesar de los problemas y que Jueves parece necesitar una catarata de estímulos, hay algo bueno, el prueba y error en nuevas alternativas. La escuela tradicional no acaba de funcionar bien, y a veces funciona muy mal. Eso sí, como en las cadenas de coches, todo es mejor tras haber pasado los mil primeros por fábrica. Saludos.

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    1. Y tanto, ya digo que de primera impresión me encantó.

      Todos los niños de esta edad necesitan una catarata de estímulos, pero según su personalidad demandan unos u otros. De esta experiencia aprendí que un centro sin tecnología o libros (tienen muy pocos y lo justifican diciendo que usan la biblioteca local, pero al ser tan rural ésta también es muy pequeña) no es lo más apropiado para la mía.

      Me parece que era el informe Pisa que decía que en los sistemas que mejor funcionan el secreto parece ser un consenso entre educadores y familia sobre cómo deben de hacerse las cosas. En España parece que no se sabe lo que se quiere. Por ejemplo, toda idea educativa que viene de Finlandia es buena, pero luego se pretende que el niño vaya a la universidad, obviando que ese país tiene uno de los menores índices de universitarios de Europa.

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