"El cerebro de un vasco es más ágil, más rápido y más capaz de procesar ambigüedades o resolver conflictos que el de un manchego."
¿Cómo queda el cuerpo después de leer esto? Pues lo he sacado de un trabajo canadiense en prensa científica que lo da por probado. La frase exacta se cita en un artículo de la revista TIME. Bueno, casi. Donde dice "vasco" pongan bilingüe y donde dice "manchego" pongan monolingüe. Pero este es el resumen de lo que pasa por mi mente cada vez que leo algo referente al bilingüismo. Podría enredarme en tecnicismos, estadísticas o metodologías, pero al final volvería a lo mismo: No me creo nada.
Con este panorama, es fácil imaginar cuanto tiempo o dinero he invertido en libros sobre cómo hacer que mi retoño domine los idiomas de sus padres. Pero tendrá que hacerlo. Y tengo un plan de acción, aunque poco o nada tenga que ver con lo que me dice la logopeda del barrio.
Entre la historia cuasi-inconexa del día...
Hace unos años, participé como traductora en un evento deportivo internacional. Paseando en un descanso, un joven atleta se me acercó:
-¿Espagnola?
-Si.
-Io parlo russo, bielorusso e italiano.
-Pues el italiano y el español son similares.
A partir de ahí, empezamos a charlar. El en italiano, yo en español.
La anécdota no sería especialmente llamativa de no ser por el evento deportivo eran los Special Olympics. El atleta es discapacitado intelectual de nacimiento. Es de suponer que enseñarle tres lenguas era lo último en la mente de sus padres cuando llegó al mundo, pero las dominó hasta el punto de entender otras afines. Salió de él, porque le gustaba hablar y conocer a gente nueva.O porque las necesitaba.
Creo que esta es la mejor prueba de que no es necesariamente el bilingüismo lo que cambia al cerebro, sino que puede ser el cerebro de la propia persona el que busca dominar un idioma para satisfacer sus necesidades.
Así que mi filosofía con respecto al aprendizaje de idiomas es así: me parece innecesario tener una hija bilingüe de nacimiento. Aunque me gusta, no tengo interés en que conteste en español cuando le hablo. Tampoco creo en acercar a mi hija a "mi" cultura, sino que quiera que el español forme parte de la suya. ¿Quieres comer bien? Aprende a pedir jamón. ¿Te gusta "El pequeño hoplita"? Pues no está traducido. ¿Te trata bien la familia española? Pues muestra tu cariño hablando de forma que te entiendan. Para ello no es "progenitor A haga tal cosa, progenitor B haga tal otra y que oiga un XX% al día de la lengua X", sino mostrarle que hablar como yo le puede resultar útil y hasta gratificante.
El vídeo es de "The Lingo Show", un programa de la BBC que trata de un circo de pulgas. Cada programa el acróbata viene de un país distinto y enseña algunas palabras en su idioma. El capítulo que sigue tiene como protagonista a Queso, el bicho español.