23 octubre 2014

Eleusis


En el helénico pasado
y  bajo secreto jurado
fue Eleusis lugar
de  sacro retiro
y  lúcido pensar.
De cenobios libres
del aquí y el allá;
misterio y ciencia,
pensamiento  y verdad.
Guía de almas
fue aquel seminario,
de higiénico ayuno y
libaciones sagradas:
experiencia mística
del  hombre sabio.

 Once siglos tuvieron a
Eleusis como santuario.
Hasta que   Roma quiso,
por el bien de su dogma
y la oscuridad del cristiano,
constase en su obituario.

Y años pasaron,
y Esquilo llorando…
Y necesario era
dar esperanza y luz
a los condenados.

 Y  llegó Fernando,(1)
con Javier al lado: (2)

Fausta catarata,
con fuerza y caudal,
de agua deseada
y del mismo manantial.
Húmeda danza
del  bendito azar,
que a derramarse viene
en el seco pedregal.
Son los ecos de Atenas,
la redención de lo vulgar.
¡Auto sacramental!

 Nada cambia al río
aunque siempre sean
distintas las aguas
que buscando van
el mismo mar.  


(1) Fernando Sánchez  Dragó
(2) Javier Redondo Jordán
 

15 octubre 2014

La vida sale al encuentro




Es el reloj al tiempo lo que el cartero a la correspondencia: cuenta y reparte  los sobres, pero ignora su contenido.  Llenar ese contenido es labor de cada uno, y esa labor deja cada día su huella como el mar deja su marca con cada ola. Desgasta, forma, alegra o hiere…   
Con este párrafo iniciaba la carta que, hace unos días, enviaba a mis compañeros de promoción con motivo de la celebración de los 40 años de nuestra graduación.  Años cargados de vivencias y contingencias incontables; transcurridos con celeridad y absorbidos con débil consciencia  en su mayor parte, considerados en su conjunto.  Ahora nuestros cuerpos son otros, el corazón y la razón  se han vuelto de mejor sincronismo y los recuerdos pesan más que los proyectos.

El trotar diario fue hollando hojas de calendario que el viento esparcía a su capricho y que, caprichosamente también,  ahora reunidos, tratábamos de poner en orden y borrar de ellas los efectos de la intemperie. Décadas concentradas en horas, almanaques que tornaban los días en anécdotas… Una vida ya casi ida comprimida en un encuentro. Y un encuentro con la vida: una caída paulina del caballo existencial que tantas veces se desbocó.   Vida, encuentro… Asociación que trae a la memoria (¿quién mejor protagonista cuando ya peinamos canas?) el título de aquel libro tan vendido  en los años 60 y 70: “La vida sale al encuentro” del jesuita José Luis Martín Vigil.

Libro que por aquel tiempo pasaba de mano a mano de los adolescentes de entonces.  Lo leí con fruición, lo comenté y sus páginas fueron alimento de esperanza y carga de ilusión para un futuro que llegaba entre sombras. Era ver en papel  lo que por mi cabeza deambulaba impaciente y desordenado: la explosión destructora de una infancia que ya nada nuevo ofrecía y que con los cascotes creaba los cimientos de un tiempo nuevo.
Aquel tiempo nuevo llegó y se vivió, tomó consistencia y ocupó su espacio. Los cascotes se hicieron piedra y la piedra edificio; y el edificio tuvo ventanas claras y oscuras puertas, aguantó tormentas y tibias primaveras, se hizo ver y sus formas fueron modulándose con cada rotación planetaria hasta el día de hoy.   Algo maltrecha su estructura y mermado el brillo de sus paredes va aguantando… hasta que el reloj marque la hora de convertirse en una foto para el recuerdo.

10 octubre 2014

Algunos grandes autores hispanos según una niña de preescolar

Si a mi hija Jueves le cambian cuidadoras en la guardería, ni se entera. Si llegan niños nuevos, a veces oigo algún comentario. Pero el día que renovaron la biblioteca de la clase de cero a dos años, ese glorioso día no hubo siesta. Y así sigue con casi tres años, un poco menos analfabeta e igual de interesada en los libros.

Desgraciadamente, la variedad y calidad de producción en literatura infantil es tan endémica como en el mundo adulto. Hay excelentes autores, pero en Escocia todos parecen ser ahogados por el tándem de la escritora Julia Donaldson y el ilustrador Axel Scheffler (los creadores de "El Gruffalo"). Así, cuando vi hace unos meses el tuit de Pérez-Reverte anunciando que la colección "Mi primer" ideada y coordinada por el propio autor se vendería a mitad de precio con la edición dominical de El País, llamé a Demián para que nos la consiguiese. La cosa no fue tan bien como se hubiese deseado pero, tras numerosas pérdidas de tiempo y algunas de paciencia, acabó poseyendo sus ocho tomos.

El botín de Demián
Jueves ha escuchado ya varias veces las historias, hechas por los mejores ilustradores hispanos actuales y escritores muy conocidos. También las dos obras más famosas de la colección: "Fonchito y la luna" de Mario Vargas-Llosa y "El pequeño hoplita", de Arturo Perez-Reverte. Ambos han suscitado las reacciones más curiosas.

"Fonchito y la luna" es la obra preferida de las madres con las que he hablado. Ilustraciones coloristas, historia de amor simple y dulzona. Decir que la niña lo detesta es quedarse corto. Creo que es el único libro que tiene que nunca ha terminado.

"El pequeño hoplita" tiene excelentes críticas en Internet, pero suscita múltiples recelos entre madres, algunas de las cuales me recomendaron con vehemencia que no lo leyese. Empieza con un "Erase una vez trescientos hombres valientes que iban a morir" y la cosa no aligera. Hay guerra, traición, sacrificio, muerte. Lo adora. No se cansa. Es el favorito con diferencia.

Lo que yo veo (el texto se las trae)
"El pequeño hoplita" quizá sea, para mi, una de las mejores obras de Arturo Pérez-Reverte. Pocos autores pueden crear una visión tan compleja en tan pocas páginas. Yo -al principio- vi la historia de un niño dispuesto a morir, el padre leyó un relato de aventuras y la hija cómo un pequeño que se despide tristemente de su papá al final acaba junto a muchas otras personas que lo quieren.
Lo que la niña ve
Una vez vista con los ojos de la niña, la obra de Pérez-Reverte me parece una de los mejores cuentos en el mercado para explicar la muerte de forma directa, simple y sin caer en el tópico de "el abuelito se fue al cielo". De ponerle una pega, seria la inconsistencia entre el texto que dice que los hoplitas luchan con lanzas y las ilustraciones que los pintan con espadas.

En cuanto al resto de la colección, aquí va ordenada según las preferencias de Jueves:

El detective Lucas Borsalino
Juan Marsé
*****
Historia de misterio con animales parlantes. Excelentes ilustraciones. Una obra completa.

El niño de plata
Luis Mateo Díez
*****
Platillos volantes, extraterrestres y niños con chupete. ¿Qué no puede gustar?

El camino del cole
Eduardo Mendoza
****
Montones de personajes disparatados.

Niña
Enrique Vila-Matas
***
Tiene letras y un barco. Me gustan las letras y los barcos, pero no tanto como los extraterrestres o los animales que hablan.

¡Adiós, Martínez!
Almudena Grandes
**
Los dibujos están bien.

Ven a buscarme
Javier Marías
*
Mamá: si hay otro, no vayas a buscarlo (excepto si el otro es Fonchito).

Por si no era obvio por el texto, este artículo no está patrocinado por nadie.

06 octubre 2014

Las mujeres en carreras técnicas

De vez en cuando recibo información sobre iniciativas para aumentar el número de mujeres en Ciencias. Hay un montón de teorías sobre por que prácticamente solo se nos ve el pelo en las biosanitarias. La muñeca Barbie se lleva unas cuantas culpas, junto con las mujeres que, como yo, no mostramos interés en unirnos al carro publicitario.

La mayoría de mis compañeras de profesión han tenido Barbies, se han vestido de princesas y no había modelos femeninos a imitar en su árbol genealógico o su televisor. Pero creo que hay otro escollo más obvio del que no se habla. Imaginémonos en una discoteca universitaria:

-Hola. Me llamo Tal. Hago segundo de Sicología. ¿Y tú?

-Yo hago cuarto de Caminos.

Si "Tal" es mujer, la charla puede continuar. Si es hombre, se suele parar en seco. Esto ocurre porque, cuando en una pareja el hombre es menos inteligente, más bajo, más joven o más atractivo que la mujer, se asume una desigualdad que chirría. En general, un matemático con una historiadora se ven bien. Junta a un filólogo con una ingeniera y oirás entre susurros la palabra “braguetazo”.

Colección LEGO de científicas
Si una mujer de carrera técnica quiere familia e hijos, sus compañeros de profesión pueden escoger entre ella y cualquier otra chica del campus. En muchos sitios, las estudiantes de humanidades se arriman a ellos (me cuentan que en los noventa en Sevilla una “física” era una joven de letras que perseguía a los hombres del último curso de esta carrera, en Zaragoza están las “cadeteras”, que buscan futuros oficiales del Ejército, etc). Sin embargo, en el momento en que una joven atractiva admita saber lo que es una integral definida, la mayoría de los hombres de letras se apartarán de ella como la gota de Fairy del anuncio. Si la misma mujer dice que es sicóloga, enfermera o secretaria, esa noche no paga la bebida (comprobado experimentalmente por una amiga).

En el anverso de la moneda, el hombre que se dedica a la enfermería, educación infantil, secretariado, limpieza, etc, lo tendrá francamente mal para encontrar una compañera. Y de poco sirve intentar que las mujeres hagan carreras técnicas si a su vez no aceptamos que un hombre esté igualmente capacitado para cuidar personas, organizar, limpiar o cualquiera de las tareas de naturaleza doméstica que las mujeres en profesiones de alta demanda debemos delegar, al menos parcialmente, para poder encarar las otras.

Mientras se vea con normalidad que haya lugares como la guardería de mi hija donde el único cuidador varón no pueda llevar uniforme porque para él no lo hay, mientras se vea normal referirse a los profesionales de enfermería como "enfermeras" o mientras creamos que hay una labor sólo de mujeres, alimentaremos la culpa en ellas si no la desempeñan.

No tengo soluciones para este problema. En realidad, ni siquiera sé si es un problema, ya que en una sociedad igualitaria no debería importar quién hace el trabajo. Lo que sí sé es que la discriminación existe en ambos sentidos y la igualdad debe ser para todos, o no lo será para nadie.