01 julio 2013

El sueño del bebé: las investigaciones más recientes

La maternidad está de moda. Blogueros como Hematocrítico, Gabi o Sirventés acaban de poner un recién nacido en su vida. Dos buenos amigos del trabajo han sido padres hace menos de dos meses. Siendo estos últimos científicos, y estando ellos en situación de insomnio forzoso, juntos nos lanzamos a la prensa especializada para ver cómo mejor capear el vendaval. Una consulta que creí a priori estéril, pero que terminó con conclusiones que poco tienen que ver con lactancia, colecho, rutina o cualquiera de los lugares comunes en los que suele encallar este aburrido debate.

El año pasado, Pediatrics publicó un trabajo en que se comparaba la regulación del sueño de prematuros que vivían con una luz permanentemente tenue con otros que alternaban intervalos regulares de luz y oscuridad. Estos últimos se quejaban una media de 25 minutos diarios y lloraban una media de 14 minutos diarios menos que los mantenidos en condiciones continuamente tenues. Ademas de ganar peso con mayor facilidad.

Según una investigacion de Abril del 2012 con noventa y cuatro familias, los recién nacidos de entre dos y cuatro meses amamantados podrían dormirse más fácilmente que los que toman leche de fórmula. Esto se atribuye a la melatonina, que es secretada durante la noche en adultos, pero no en neonatos. Ésta tiene un efecto hipnótico y relaja el tracto gastrointestinal. El trabajo especula que la melatonina materna induce sueño en el bebé.

Pero un estudio con más de diez mil niños cuatro meses después muestra que los resultados no son los mismos si se mide el sueño entre cero y once meses. Entonces, los amamantados despiertan con más frecuencia (2,41 veces frente a la 1,67 veces de los de fórmula) y tienen períodos de sueño nocturno más cortos (5,58 horas frente a 6,88 horas). En principio, nada nuevo. Sin embargo, la investigación fue más allá. Separando los bebés amamantados entre los que dormían peor que los de fórmula y los que dormían igual, descubrieron que aquellos progenitores que no calmaban al bebé dando el pecho, sino que lo ofrecían sólo una vez comprobado que tenían hambre, conseguían una regulación del sueño similar a la de bebés alimentados con fórmula. Así, los autores concluyen que no emplear la lactancia como único medio de consuelo y explorar vías alternativas pueden mejorar la noche de toda la familia.

"Explorar vías alternativas de consuelo". Que lógico y clínico suena eso. Justo lo que pide el cuerpo cuando a las cuatro de la madrugada un bebé desquiciado te despierta por tercera vez en la noche. Aquí entra el último y más curioso estudio.
Uno que rompió el brazo contra la cuna.

Publicado en Journals of Paediatric Psichology, "Del sueño del lactante y participación paternal en el cuidado infantil durante los primeros seis meses de vida" hace un análisis ameno y documentado de la vida de la familia de clase media en el Israel del siglo XXI. Tras probar que una mayor relación entre padre y bebé a la hora de alimentar, consolar, jugar, bañar o acostar resulta en una mejor noche para todos, los autores revisan la literatura existente en busca de causas. La conclusión parece ser que, por un lado, la implicación del padre reduce el estrés materno y familiar. Por otro, mientras el papel de la madre suele ser como elemento protector, el del padre tiende a promover la independencia del pequeño, facilitando el aprendizaje de procesos de autocontrol que derivan, entre otras cosas, en un sueño independiente más temprano.

Otros trabajos recientes curiosos sugieren la eficacia de trucos como fingir que duermes delante del bebé; si el insomnio va unido a cólico, darle manzanilla y si tiene más de un año de edad y tos, miel.

Conclusión:

El proceso por el que aprendemos a dormir por la noche es gradual y complejo. El crecimiento, una experiencia intensa y dolorosa. Por eso es normal que a veces no haya nada que hacer.

Mostrar la diferencia entre día y noche y limitar la asociación entre lactancia y sueño puede ayudar.

Antes de desesperarse o perder el tiempo con pediatras-gurus, foros de madres o cualquier otro espontáneo que nunca ha visto a nuestros hijos, merece la pena cultivar y promover la relación entre padre e hijos. Esta puede ser la clave para un mejor sueño familiar.

3 comentarios:

  1. ¿Seguro que en estas investigaciones los autores controlan las variables del experimento? Parece tan complejo que me da la sensación de que se están comparando magnitudes heterogéneas.
    Lo que sí me parece más comprensible es lo que dices sobre la participación del padre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cómo me gustaría que más gente tuviese tu sentido crítico en vista de un estudio científico.
      En general, la heterogeneidad se compensa con un gran número de pacientes, el número depende de las incógnitas. Por ejemplo, el de los gemelos prematuros necesitaría menos, porque estarán todos en incubadoras, monitorizados y recibiendo atenciones del mismo personal. El que mira patrones de sueño entre cero y once meses es obviamente el más difícil, por eso incluye a 10.000 pacientes. De todas formas, por eso siempre se dice que en ciencias experimentales un solo estudio, por si solo, nunca prueba nada, hace falta que sea replicado por varios grupos, precisamente para compensar por las variables que no podemos controlar, o que no se nos habían ocurrido que podían ser relevantes.

      Otra práctica científica muy importante a la hora de interpretar resultados es lo que tú has hecho con el estudio israelí: puede que influyan muchas variables pero, si el sentido común lo avala, es buena señal.

      En este artículo he recogido sólo estudios hechos en el último año, con estadísticas relativamente buenas y que sugieren cosas con cierta lógica que si pruebas no pierdes nada.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar