13 octubre 2012

El año que paseamos intensamente

El parque de mi barrio es como tantos otros en este país. Larga avenida de álamos centenarios, macizo de flores, grandes explanadas de hierba, columpios y el obligado lago artificial con patos, cisnes y cormorán.

Recuerdo la primera vez que lleve a Jueves. Día otoñal y multicolor como sólo se ve en Escocia. El carrito aun guarda las marcas de mis uñas en el manillar. Padre y abuela no consiguieron calmar mi angustia. El temor casi febril a aumentar la marca que el sufrimiento que nuevas experiencias y estirones dejaban en sus ojos me ahogaba. Ella disfrutó. Pero la inseguridad y la culpa por no poder borrar su padecimiento no me dejarían dormir hasta dos meses mas tarde.

El invierno llegó. Jueves sonríe, pero sigue su titánica lucha por entender la vida y superar el dolor de crecer. Tormentas, nieve, hielo y nuevas alianzas. A la sempiterna abuela y el padre se unieron la asistente sanitaria, la medico de cabecera y la pandilla de madres primerizas de la zona.


Tras un extraño invierno, llegó una repentina primavera. Campanillas, crocos, narcisos... plantas que otros años esperaban su turno para florecer reventaban casi al mismo tiempo. Con aquel caos llegaba una añorada rutina. El aire del parque colmaba de alegría a la pequeña Jueves, que empezaba a dominar la risa. Más lenta, su madre también despertaba de la pesadilla invernal. Las tardes de sábado paseando en soledad por la ciudad y las noches de viernes leyendo Antigua Vamurta en el banco de un viejo restaurante chino mientras esperaba por una cena para llevar fueron los mejores regalos que el padre de Jueves me pudo hacer.
Junio

Julio
Agosto
El verano fue lluvioso, plomizo y frenético. La pequeña Jueves ya no era pequeña. El descubrimiento de aguacates, arándanos, manzanas y otras delicias la hicieron grande. La curiosidad por los perros, gatos, patos y cisnes del parque tensaron sus músculos haciéndola fuerte. Los columpios, los juegos con otros niños y el mar de la tierra de su madre la hicieron feliz.

Y volvió el otoño. Y encontró a otra Jueves. Aquella sufrida desconocida es ahora una chica tranquila, dicharachera, observadora y muy sociable. La Emperatriz del Parque saluda a sus súbditos desde una carroza que ya no siempre conduce su madre. Interés, inteligencia, dos meses como padre a tiempo completo y la jornada partida hacen al padre de Jueves -o, como ella lo llama, "Da"- un chófer de admirable competencia. Las chicas de la guardería también se han ganado su amistad.

Mientras, espero el siguiente desafío. Tensa y expectante por un lado, aliviada por otro porque en esta maratón que es ser padres, tras mucho esfuerzo, por fin, hemos superado el precalentamiento.

11 comentarios:

  1. El ciclo vital, embotellado en este parque que si es como cualquiera más vale que me busque un trabajo muy al norte, muy al norte, donde la hierba siempre es verde. Qué maravilla de lugar.
    ¿Pero, Demián y tú sois marido y mujer? ¿Lo he entendido bien? Eso sí sería una noticia. Que puntazo saber que Vamurta te ha acompañado durante un tiempo, en esos parques invernales que se transforman en primavera.
    Espero que esa emperatriz siga viéndolo todo como si fuera la primera vez.
    Besos.

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    1. Las fotos tiene "truco": llevaba la cámara al parque casi todos los días. Alguno el tiempo era tan malo que tenía que cambiar de camino, porque los charcos parecían lagos o pantanos. Pero sí, a finales del s. xix se "montó" un parque de estos casi en cada barrio británico. Muchos aún quedan.

      Aquí cuando son bebés no dicen "mamá-papá", sino "mama-dada". "Da" es diminutivo de "dada", no de Demián :-D. Al padre de la criatura lo suelo llamar Kitboy -al igual que mi alias, es un apodo de juventud-.

      La verdad es que Vamurta fue una lectura perfecta para esos momentos. La longitud del capítulo y el que no los rematases con una gran incertidumbre como está tan de moda ahora iban perfectos para un descanso de diez minutos. Hubiese quedado redondo decir que en mi vuelta al trabajo llevaba la segunda parte en el metro, pero te he tenido que sustituir por "44 Scotland Street".

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    2. Pero que tonto soy. Hasta Watson se habría dado cuenta... "Da", claro.....

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  2. Majestuosa tu narración. Así cómo espléndidos son los paisajes y lugares con que la acompañas. Más me llegan esos pasitos(step by step) cantados y contados con sabor íntimo, dulce y también ¿por qué no decirlo?, a veces, inseguros y tambaleantes. La vida en esencia, el aprendizaje-enseñanza como binomio y el alma puesta en cada uno de los pasos que se van fraguando en este caminar hacia adelante. Si no fueras una científica, diría que lo has escrito con mano "Zen" y que el escrito está entonado a partir de esa filosofía. Aunque obviamente una cosa no excluye a la otra. Te leí una vez, te leí dos veces y te volveré a leer más. Porque me ha gustado, porque me lleva a ese paisaje entrañable, tal vez algo bucólico, de parques exuberantes a los ojos de los que vivimos más al sur o en el subtrópico.Porque está escrito con alma, desgranando vívidas experiencias a lo largo de ésta, tu singladura,con sinceridad, sin aspavientos y hasta con agradecimiento. "Da" bien que lo merece, aunque segura estoy que lo ha hecho también de corazón en estos dos meses. O así creo entenderlo y leerlo entre líneas. Jueves seguirá caminando con carroza o no, pero seguirá. No le falta el estímulo tan bueno y necesario no sólo antes de los tres años, sino también a lo largo de su vida. Rodeada como está de sitios, lugares, entornos llenos de vida, aprendizaje,comprensión, incentivos...
    Salud a la Emperatriz. Salud a los padres. Salud a los que forman parte de su entorno. Vida y belleza para las campanillas,crocos, narcisos... y permanecia de esos parques para el disfrute y gusto de todo paseante.
    Un abrazo, Miércoles.

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    1. ¿"A veces" inseguros y tambaleantes? Ya me gustaría. Casi siempre, diría yo :-). Supongo que de ahí la impresión "Zen".

      "Da" ha hecho su parte de muy buen agrado y se nota.

      Como bien observas, el parque ha hecho su parte como cualquier otro personaje de esta historia. Sin la paz, el ejercicio, el aire limpio, los columpios y la naturaleza, ninguna de las dos creceríamos igual.

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  3. Esos paseos deliciosos le hacen a uno reconciloiarse consigo mismo y con lo que le rodea. Es preciso estar atentos a lo que tienes a tu alrededor y apreciarlo. Yo también fui paseante/paseador mucho tiempo ha. No comprendo como hay hombres que no son capaces de disfrutar de esos paseos. En los parques solo me encontraba mamás que tendían a pensar que estaba separado o algo así. Aún no lo entiendo, pero sí recuerdo aquella sensación tan agradable que me has hecho revivir.

    Saludos!

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    1. En mi experiencia, normalmente no es que los hombres no disfruten de esos paseos, es que muchas mujeres no les dejan; se quedan la experiencia para ellas. Cuestión de educación, supongo.
      En este parque las madres estamos bastante "diluidas". En fin de semana casi siempre veo a padre y madre con el niño y durante la semana hay bastantes abuelos. Una cosa curiosa es que cuando veo a niños sólo con un hombre, tres de cada cuatro veces suele ser el abuelo o un padre indo-pakistaní.

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  4. Que bonito lugar. Esos paseos dan a la vida otro sabor. Sientes el viento, el paso de las estaciones, supongo que cántaros de lluvia...

    Y sí es con la familia y tu niña, pocas cosas pueden haber mejores. Disfrútalo mucho, y sigue con esa intensidad ;)

    Un abrazo :)

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    1. Hoy me alegré de llevar las botas de agua. No llueve, pero en algún charco se podían criar peces. Eso sí, había algunas calles completamente cubiertas de hojas de amarillo intenso que daba gusto mirar. Y el olor a leña quemada que viene de las chimeneas de algunas de las casas de piedra que nos rodean es muy agradable.

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  5. Siempre es una repetición, pero una repetición distinta. Por lo que el ciclo no es circular sino espiral. Por eso, año a año, vais creciendo.

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    1. Eso espero. O por lo menos que, ya de crecer, que ninguno lo hagamos torcidos.

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