30 septiembre 2012

Tribulaciones de la vida moderna

Fin de la baja maternal. La primera mañana de vuelta al trabajo y el metro me vomita frente a la enorme cola de la taquilla de la estación de tren. No puede ser, esto es eternizarse. Horas más tarde hice números y entre guardar turno todos los días o hacerme un pase por un año que me ahorre la espera hay dos libras de diferencia. Decidido, en cuanto pueda compro la tarjeta anual.

Pero "en cuanto pueda" es un periodo más largo cuando de la noche a la mañana la coversación diaria cambia de "ta-ta-ta" a "hay que repetir los chequeos con Estroncio de tres cámaras de ionización".

Pasa un dia. Pasan dos. La cola por los billetes de tren no siempre es tan mala. Pasa una semana...

-Hombre, la última vez que te vi esa barriga era mucho mas grande. ¿Qué fue, niño o niña?

-Niña. ¿Qué tal tu sobrina? Por entonces llevabas la ecografía de tu hermana en el teléfono.

-¡Huy, enorme! Ya casi tiene un año.

Al día siguiente, otro vendedor de los que hacía tiempo que no veía me dedicó en silencio un picaro descuento y una sonrisa.

¿Y ahora qué? ¿Pago por el billete anual con una cuenta domiciliada y comodos plazos que faciliten mi puntual llegada al trabajo, o sigo haciendo cola por poner un pedacito de variedad en mi vida?

Lo triste de todo esto es que puede que la decisión no sea del todo mía. Ayer subieron el precio del metro. En Enero le toca al tren. La tarjeta anual se queda igual. Quiza la billetera vuelva a tomar una resolucion por mí.

6 comentarios:

  1. Que las billeteras tomen decisiones por nosotros se están conviertiendo en deporte europeo. Nos quedan las relaciones humanas, aquello que nos hace resplandecer o entristecer, depeniendo de las nubes.
    Por cierto, que por aquí andan con el transporte de ganado a precios increíbles. Y hoy hay huelga, así que "caminante no hay camino", se hace camino en la cola.
    Saludos.

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    1. Pues en esas sigo, ponderando el precio en libras de las relaciones humanas...

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  2. Hola Miércoles. Espero que todos esteis bien.
    Es una pena que la baja maternal se termine... siempre demasiado pronto. Y con respecto a lo que comentas, totalmente de acuerdo, que el monedero decide por nosotros, aunque es una pena perder el único calor humano que vamos a tener en una jornada de trabajo, siempre fría, impersonal y estresante. Pero la realidad se impone y la necesidad obliga.
    Muchos saludos a todos. Besiños.

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    1. Caray Carmen, te levantaste con el pie dramático :-)

      La baja maternal aquí dura hasta un año y la mayoría de las mujeres que conozco no la terminan. Yo misma cedí unas semanas al padre para que tuviese la experiencia. Tengo amigas alemanas que no acaban los tres años de la suya ni de broma... Depende de la personalidad del bebé y de la madre.

      En cuanto a la jornada laboral, yo estoy muy bien rodeada y me encanta el equipo con el que trabajo. Lo que echaría de menos del personal de la estación es que sus temas de conversación no me los sé tan bien. Son menos predecibles.

      Por cierto, me encanta tu nuevo avatar, mucho mejor que el otro :-)

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  3. La cartera va por su lado, porque ha sustituido a la cabeza. Habrá que poner a la cartera sustituyendo al corazón, y al cerebro, y a todo. Vivimos un mundo en que todo es cartera.
    Feliz reentrada tras la baja.

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    1. Gracias, dafd.
      Me temo que puede haber otro motor vital más fuerte que la cartera: la vagancia. Después de todo esto, yo aún no tengo ni el formulario para el pase anual...

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