10 agosto 2010

India (II) BENARÉS

Benarés – Varanasi en sánscrito –, la meca del hinduismo, es una ciudad que impacta cuando la pisas. Su religiosidad, concentración y pobreza inflaman al visitante.


Situada en la ribera del Ganges, recibe de éste su carácter sagrado, de tierra empapada de espiritualidad y señalada por los dioses.


Cada día, en la orilla del río, cuando las tinieblas van cubriendo sus tranquilas aguas, tiene lugar una ceremonia... Y en ella estuvimos.


Llegamos al lugar después de un trecho recorrido en rickshaw y otro caminando. En el primer tramo, cada triciclo va a la zaga del anterior y marcando el camino al siguiente, formando un largo gusano que serpentea por las estrechas calles entre los peatones, motocicletas y animales. El tramo final lo hicimos a pie: imágenes, sonidos y olores tomaron más fuerza y cercanía. Casi en “fila india” vamos sorteando personas, animales y cosas... excitándonos más a cada paso y expulsando las toxinas acumuladas en nuestro cómodo vivir occidental.


Cuando alcanzamos el río la atmósfera es de festejo y culto. Una tribuna elevada da vista a una calle atestada de gente y en la que desembocan otras con intenso fluir de seres. En ella, pegando al río, siete tarimas presididas por un pequeño ara serán el escenario del ritual crepuscular.


Ocupamos los asientos y una liturgia de danza, fuego, incienso y música comienza. Los oficiantes, de llamativo color azafrán, hacen piruetas con sus cuerpos y garabatean en el aire complicadas figuras de oro con sus antorchas y candelabros. Los altavoces lanzan sones sagrados al cielo y el incienso carga la atmósfera de un aroma penetrante que nos arroba. Un halo de intimismo y fervor se expande por el lugar, cae la noche, y Shiva colma de gracia a sus devotos en el baile del universo.


Concluye el acto, y del recogimiento pasamos a enfrentarnos de nuevo con el intenso vibrar de las calles y el ensordecedor concierto de bocinas. Hay que retornar al hotel y reponer sueño y fuerzas ya que a las cuatro treinta de la madrugada volveremos al mismo sitio para ver y “vivir” el amanecer en el Ganges.

Será en el próximo post

(Mi agradecimiento a Miriam por sus fotos.)

6 comentarios:

  1. Bonitas fotos e interesante relato. Sin embargo todo eso me suena a... "preparado para los turistas". Puede que me equivoque pero me da la impresión de que a un "occidental" solo le gustan esas cosas y esa cultura solamente un ratito. Un abrazo.

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  2. He descubierto tu blog por medio del concurso de 20 minutos. Me encantó. Te deseo mucha suerte en tu categoría.

    Interesantes tus temas, he revisado viajes, Galicia y Sahara. Continuaré investigando.

    Saludos de un nuevo seguidor tuyo, EL DIVÁN DIGITAL.

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  3. Algún día me gustaría poder contemplar tantas cosas maravillosas con mis propios ojos, de momento me conformo con vivirlas a través de vuestros ojos. ¡Gracias!

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  4. Don fernando: Tú pensamiento es el mio. Una cosa es ir de visita y otra "para quedarse" Sólo un deseo de entrega a los demás, creo yo, hace opción viable lo segundo.
    Un abrazo.

    Diván digital: Bienvenido y me alegra que te encuentres a gusto entre nuestras líneas.

    Azur, gracias por el crédito que das a nuestras impresiones y criterios.Espero que tu confianza no sea defraudada.
    Saludos

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  5. Leyendo tus artículos se reviven muchos momentos, es una ciudad que embruja a pesar de sus dos caras como nos dices en el artículo "la pobreza" y esa "atmósfera de festejo y culto" que te hace ser partícipe de su cultura. Sin duda volvería a repetir este viaje. Precioso artículo!

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  6. Al igual que Don Fernando comenta, en un principio me invadió la sensación de que estábamos ante un espectáculo preparado para turistas. Conseguí, sin embargo, trasladarme a tiempos remotos, aislarme del bullicio que veíamos desde nuestro lugar privilegiado en la tribuna y logré mediante la música, las danzas y el penetrante olor a incienso agradecer yo también a los dioses el regalo del día que casi tocaba a su fin, por lo ya experimentado y por aquello que nos quedaba por descubrir en las jornadas venideras. Agradecí estar viva. Frente al Ganges...casi nada.

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