08 marzo 2010

Una tarde en Edimburgo

Edimburgo queda a poco más de una hora en tren de Glasgow, así que es un buen sitio cuando me apetece romper la rutina. Como hoy.

La capital de Escocia no es un lugar al que le vea encanto. El aire afectado de su gente me repele y su arquitectura gris me aburre, pero con los años he encontrado pequeños rincones a los que coger cariño.

Esta mañana me levanté temprano para ir al Stand Comedy Club. Los domingos a mediodía tienen una sesión de comedia improvisada. La entrada es gratis, pero el bar tiene un almuerzo que no se puede dejar pasar. El estofado de buey a fuego lento con chile y haba roja está delicioso, acompañado de su nata agria, salsa de tomate fresco y un arrocito blanco. Hoy Garry y Stuart -los cómicos- estaban especialmente inspirados. Fueron tres horas de lo más entretenido.

Al salir del Stand el sol empezaba a caer y se mezclaba con una suave bruma, un tiempo demasiado agradable para meterse en el tren de vuelta. Subir los doscientas ochenta y siete escalones del monumento a Sir Walter Scott, una torre gótica con excelentes vistas de la ciudad, no parecía mala idea.

 
El monumento está plagado de pequeñas y grandes esculturas que hacen referencia a los personajes del escritor escocés.

 
Aquí, uno de los personajes de Waverley mirando a los Princess Gardens, donde las primeras flores anuncian la inminente primavera.

Esta es Princess Street, la calle comercial más conocida de Edimburgo.En la esquina superior izquierda está el famoso castillo.

Esta imagen muestra parte de la "New Town" o "Ciudad nueva". Fue construida entre 1765 y 1850 y es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La columna es el monumento al vizconde de Melville, en la plaza de St Andrew's. Si hay algo que me guste de esta ciudad es que, si buscas, en el horizonte siempre está el mar.

Por último, un detalle de la azotea de los grandes almacenes Jenners, uno de los comercios más antiguos de la ciudad. En Princess Street.

Ahora si ha llegado el momento de bajar a la realidad.

Que tengáis una buena semana.

4 comentarios:

  1. Muy buen reportaje fotográfico y crítica de la ciudad. A mi me encantó Edimburgo, con ese ambiente un tanto decadente le da encanto y me pareció una ciudad preciosa, muy bonita.

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  2. ¿Así que "decadente"? Interesante. Esa si que no es una palabra que yo asociaría con Edimburgo. Si tienes tiempo me encantaría saber por qué la ves así. :-)

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  3. No sé, es un poco como de otros tiempos. Sus calles rezuman el ambiente de un pasado glorioso que ha quedado patente en sus edificios, sobretodo en la new town. Pero al mismo tiempo es una ciudad que intenta reinventarse a si misma con festivales culturales muy vanguardistas...Parece como si quisiera sacudirse el olor a naftalina. Lo que si que la considero es una ciudad preciosa. Me encantó.

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  4. Ah, ahora lo entiendo. :-)
    Yo es que leo "decadente" y pienso "sexo, drogas y rock&roll" :-D

    Coincido contigo en todo. Edimburgo es perfecta para ver, porque el casco histórico, además de compacto y muy bien cuidado es de cuestas muy empinadas, pero una vez que los edificios se hacen normales a la vista, el resto destaca más.

    Una anécdota: en una ocasión -en invierno- fui a un café de la New Town ("Urban Angel") y vi como el tiempo de espera por una mesa variaba según la pinta del cliente. Como comenté esto en español con mi compañero, les debimos de parecer cosmopolitas y nos sentaron de inmediato. Hubo gente delante nuestra que se fueron porque les dijeron que la espera por una mesa igual era de media hora. Con todo lo que se dice de la pijería de La Coruña, ¿te imaginas la que se montaría si hiciesen eso en Veccio?

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